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Foto del escritor Joaquín Páramo

El papel de los adultos en la intervención psicológica en niños y adolescentes.


Este documento intenta precisar algunos puntos que considero de vital importancia tener siempre muy presentes para adelantar con éxito una intervención psicológica.


Para comenzar, hay que comprender que los problemas de comportamiento en nuestros hijos pequeños o adolescentes, o que los inconvenientes que llevan a los padres de familia a buscar ayuda psicológica difieren sustancialmente de los problemas médicos.


Veamos: cuando alguien decide recurrir a un médico, probablemente es porque presenta una desviación o alteración de su estado fisiológico y que suele manifestarse por una serie de síntomas que reporta el paciente: puede que algo le duela, tiene fiebre, tos, ha perdido el apetito, se fatiga con facilidad, tiene problemas de visión, etc., etc. Cada uno de estos síntomas o señales, entre otros, que podría manifestar el paciente, están fundamentalmente relacionados con su organismo o con la fisiología de una o mas partes de su cuerpo. Una vez que el médico realiza una exploración objetiva (exámenes y demás) de lo que manifiesta su paciente, es probable que intervenga de tres maneras:


1. Farmacológicamente. El médico formula medicinas

2. Interviene quirúrgicamente

3. Da recomendaciones o consejos sobre la necesidad de eliminar malos hábitos (alcohol, tabaco,) o de crear buenas rutinas como medidas preventivas: dieta, deporte, etc. (Promoción de estilos de vida saludables)

4. Una combinación de las anteriores


En las enfermedades, la intervención se dirige a la persona que se queja o que presenta el problema. Es decir, la intervención se hará principalmente sobre el organismo del paciente y muy poco o casi nada, se requerirá de la participación de sus parientes, salvo que se requiera de su mediación -en mayor o menor grado según el caso-, para que el paciente se tome las medicinas o siga las rutinas de prevención recomendadas por el médico.


De nuevo: con todo y lo anterior, es en el organismo del sujeto donde fundamentalmente se interviene en casos de enfermedad.

En cambio, cuando se busca ayuda psicológica, la mayoría de las veces es por algo malo que hace la persona contra sí misma o contra los demás (o ambas cosas), o porque, simplemente, esta persona requiere de asesoría para desarrollar una habilidad que lo faculte mejor frente a la cotidianidad de su vida o de su futuro.


Sin embargo, muchas personas creen, equivocadamente, que los problemas que requieren de la intervención de un profesional de la psicología, deben ser abordados, como en los casos médicos, directamente con el paciente, como si su problema tuviera un origen orgánico.


La intervención psicológica (previo descarte de factores orgánicos), no se hace en el organismo o la fisiología del paciente, como en los casos médicos, sino a través del entorno social y familiar del paciente: sus padres, hermanos, profesores y también, con el joven, cuando este tiene la edad y la capacidad de seguir ciertas tipo de instrucciones.

Desde la perspectiva psicológica, se trata, mas bien, de remover las condiciones que han hecho aparecer el problema en los hijos ideando, al mismo tiempo, fórmulas que ayuden a promover en ellos mejores y más adaptativos comportamientos.


La formación de los adultos, por parte del terapeuta para resolver el problema que los trajo a su consulta, tiene una especial importancia, particularmente, porque son los adultos quienes están en las mejores condiciones para aplicar en casa los correctivos que requiere el caso. Y son también ellos quienes, no solo podrán mantener los cambios logrados en el joven, sino que, además, estarán facultados para resolver futuros inconvenientes y, especialmente, para encausar apropiadamente a sus hijos.

Dicho lo anterior, debe quedar muy claro que, quienes deben asistir principalmente a las consultas, serán los adultos y entre ellos, habrá que elegirse a quien lidere la aplicación de los procedimientos sugeridos por el terapeuta, previa revisión de los estilos de crianza que se llevan a cabo y de las expectativas de desarrollo que se tienen sobre los menores.

En pocas palabras: fundamentalmente, cuando se trata de niños o jóvenes, son las pautas de crianza las que hay que re direccionar. Los resultados se verán no solo en el(a) niño/a con problemas, sino en la manera en que los adultos enfrentan los inconvenientes y promueven los buenos comportamientos en sus hijos.

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